jueves, 10 de abril de 2014

BREVE CURSO DE FILOSOFÍA CRISTIANA -XXI-


Blog-XXI-tercera parte Santo Tomas BREVE CURSO DE FILOSOFIA –XXI-

Continuamos con Dios, y empezamos a ligarlo con el hombre.

 

Conviene aquí hacer precisiones que nos permitirán entender mejor la filosofía de Santo Tomás y además a distinguir mejor su teología de su filosofía que tienen multitud de puntos comunes pero que difieren por su objeto, y sus actos,  como difieren la razón y la fe, interpretándolo a él. Dada la Creación, y en ella el hombre como cúspide de la misma, y único ser con inteligencia, voluntad y libertad, en toda la creación (fuera de la celestial, donde están los ángeles que siendo libres e inteligentes y con voluntad en forma muy superior a la humana), en esta posición que nos implica la responsabilidad de la conservación adecuada de nuestro cosmos, hay quien la llama ética ecológica, término apropiado y que conviene no solo que entendamos a fondo sino que ejerzamos adecuadamente, cuidando la naturaleza, que el Creador nos ha obsequiado para que vivamos, nos nutramos, y conservemos para las generaciones futuras.

LA FE es un don gratuito de Dios que se nos da por Él de manera sobrenatural para captar su divina Revelación, y que voluntariamente  aceptamos, mediando su gracia divina. Por lo tanto se puede resumir como un “acto racional y voluntario que por gracia de Dios nos permite creer las verdades reveladas”.

LA RAZÓN es lo que llamamos  “acto del entendimiento que se explica por la acción eficiente que el objeto natural obra en nuestras facultades cognocitivas , aunque lo hace sin intervención de la divina gracia.

 A lo que concluimos;

a)      Que no se puede tener fe sin acto de razón, así no pueden ser contrarias. 

b)      Que se puede razonar sin fe. 

c)       Que sin fe ni gracia de Dios se razona en inferioridad.

d)      Podemos añadir que la razón es conformada con las manifestaciones de nuestros sentidos

que alimentan nuestro razonamiento y conocimiento.

e)      Y que siendo dos ámbitos diferentes son compatibles,  aunque la fe incluye lo sobrenatural que vienen a ser  la Gracia y la Revelación;  Y la razón solo la acción eficiente del razonamiento.

Estas dos distinciones son la base sobre la que el Cristianismo funda su filosofía, y por desgracia muchos estudios de notables pensadores se han construido sin entender o conocer esta  postura y han llegado a conclusiones erróneas,  que solo sirven para estorbar  la buena doctrina, insistiendo en separar lo inseparable, simplemente porque carecen de la fe y como se dijo antes  resulta que razonan en inferioridad.

 

Conviene a nuestro hilo conductor tratar algunos aspectos del alma que el Todopoderoso crea en forma individual para cada una de sus criaturas racionales, los criterios son varios: los hay desde los que no han comprendido las diferencias entre las almas vegetativas , las animales y las racionales, que fue el razonamiento aristotélico, y que equivocadamente las han considerado en ocasiones  a todas como materia pura,  Aristóteles si dió al hombre la categoría de racional, lo que implica su espiritualidad, aunque lo tendrá que aclarar Santo Tomás.  Han existido criterios que han considerado al alma como un “habitante” en el cuerpo, algo así como alma en prisión, atribuyéndole preexistencia,  e incluso reencarnación, (Platón y los  platónicos) con la consecuencia de que un alma podría pertenecer en diferentes épocas a diferentes cuerpos. Por supuesto que estas dos consideraciones psicofísicas del hombre son erróneas.

Será la concepción agustiniana la que aclare el asunto diciendo que el hombre es un alma racional que usa un cuerpo mortal y terrenal, concepción que habría de aclararse tiempo después, sin declararla falsa pero no del todo clara, pues la trata como una cierta substancia que participa de la razón y es adecuada para el gobierno de un cuerpo.  Este concepto  dualista aparecerá aún en Descartes después del Renacimiento, por lo menos habitualmente.

 Santo Tomás no es que encuentre una situación intermedia entre estas dos posturas, sino que examina y define al alma como una substancia  completa e independiente, sosteniendo que si bien no depende del cuerpo para existir, pues le sobrevive, no es completamente independiente de este pues son creadas el uno para la otra, y la toma como “principio primero”  de todas las cosas vivas, haciendo las distinciones de alma vegetativa, , alma sensitiva, la de los animales, que sin dejar las particularidades del alma vegetativa añaden otras por tener sentidos, , y continuando con esta jerarquía llega al alma racional, la cual sin ser dos o tres almas es sencillamente un alma superior a las otras dos por tener además de las características de la sensitiva, la capacidad de razonar  y desarrollar otras actividades,  como la creatividad humana, el ser seres civilizados, con cultura progresiva, y sobre todo la capacidad de amar y de tener vida sobrenatural.

 Santo Tomás enseña que la persona humana es una sola substancia  compuesta de dos substancias incompletas que se complementan, siendo que muerta la persona humana deja de serlo pues dicha palabra hace referencia a la sustancia completa de naturaleza racional. Por lo que un alma humana en términos estrictos no es una persona humana. Sostuvo que cada alma humana es creada por Dios aunque para reunir sus características naturales, y  depende del cuerpo para la que fue creada hasta la muerte de este.

Completa su razonamiento en el sentido de que la naturaleza del alma es la de aprender a través de los sentidos,  y que no tiene conocimientos innatos, a diferencia con  los ángeles,  que no tienen necesidad de aprender;  sino que en su unión substancial al cuerpo se va informando de todo lo que llega a conocer a través de sus sentidos,  además de la  información externa o con sus propias capacidades intelectivas, las que se desarrollan con el tiempo.  Aquí cabría, examinando la historia del hombre, aquello de que si el hombre tiene manos porque piensa,  o si piensa porque tiene manos.

 

 

Sin olvidar que la Ética aristotélica ha sido base importante en la especulación del  Santo, otro aspecto muy importante del Tomismo es su forma de razonar sobre la MORAL CRISTIANA, que es la relación mas estrecha que nos une en nuestra filiación divina, esta relación que se identifica como la relación del Creador y su criatura, en nuestro caso la única hecha a su imagen y semejanza. Y para comenzar este razonamiento surge la interesante distinción que el Aquinate hace entre los puntos de vista teológico-doctrinal y filosófico al decirnos:

 La Teología considera al pecado como ofensa a Dios en primerísimo término, y la filosofía moralista, lo considera un acto contrario a la razón natural de la persona humana. Lo anterior lo que nos dice es que:  desde ambos puntos de vista, estos actos son considerados malos intrínsecamente. Veamos algunas consideraciones puramente tomistas de gran interés para explicar este tema toral, y que es la base de la antropología tomista y por lo tanto cristiana.

Esta Filosofía Moral se sustenta en dos principios “Los Actos Humanos” y “Los Actos del Hombre”  Santo Tomás considera los no todos los actos  de las personas humanas son libres, porque hay actos reflejos que no proceden de esta,  como por ejemplo el respirar,  la prueba es que no podemos dejar voluntariamente de respirar, y que existen otros que si dependen de nuestra libertad, como el tomar un paseo caminando, lo cual también depende de nuestra voluntad aparte de ser libre. Por lo tanto llama Actos Humanos a aquellos que son de nuestro libre arbitrio, y actos del hombre a los que no dependen de nuestra libre voluntad,  siendo  aquellos  por lo tanto suceptibles de elección. Queda claro así que son suceptibles de valoración moral solo aquellos que dependen, que provienen de nuestro libre albedrío.

Tomando como ejemplo el citado paseo caminando, puede ser un acto suceptible de valoración moral dependiendo de si lo tomo en mi tiempo libre en busca de sano ejercicio, lo que es moralmente bueno o si lo tomo cuando en su lugar debería de estar dando una clase que he suspendido, lo que es moralmente malo. Aquí vemos claramente como el mismo acto puede ser valorado de formas diferentes. Pero a los ojos ajenos que no conozcan detalles del que toma el paseo no hay forma de valorarlo porque solo ve la parte externa del acto y no su interioridad, y es esta es la que se valora moralmente.  ¡Cuantas veces no nos equivocamos  al juzgar al prójimo por nuestra incapacidad de conocer la interioridad de ciertos actos! Y de similar forma podemos observar Acto Humanos intrínsecamente malos, como el contaminar irresponsablemente tirando basura en plena calle.

Se comprende que en todo acto humano debe de haber intencionalidad, razonamiento, voluntad, y para concluir este capítulo asentaré lo que nos enseña el Santo Tomás en relación al valor de los actos humanos del buen cristiano, que busca  la beatitud a través de la realización de sus actos y que los lleva a cabo con la visión de Dios, en términos de la doctrina cristiana, que evita los actos contrarios a esta y con la ayuda de la Gracia Divina encuentra la felicidad y se va realizando en su camino a la salvación.

Jorge Casas y Sánchez.