domingo, 10 de noviembre de 2013

 ADORACIÓN, CONTEMPLACIÓN,  MEDITACIÓN, ORACION.
Parafraseando a Mt.7,7 que nos dice: -“pedid y se os dará; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra;  y al que llama se le abrirá” - ; un Padre de la Iglesia, Guido el Cartujano nos dejó dicho:  “…buscad leyendo, y encontrareis meditando; llamad orando y se os abrirá por la contemplación…” Lo que nos muestra que meditar, orar y contemplar no son departamentos estancos sino que vienen a formar partes del hablar con Dios, como lo es la adoración también.
Me ha parecido conveniente que algunos de los términos que se usan constantemente en la doctrina  de Jesucristo nos queden mas claros en sus significados, por ello he tratado de clarificarlos con el objeto de que sean de mejor ayuda en nuestras meditaciones, y en general en nuestra relación con Dios, su iglesia, sus  rituales.

LA ADORACIÓN, el ser humano siempre ha adorado a la divinidad, desde nuestros mas remotos ancestros, pues la mas simple adoración consiste en saberse inferior a ese algo que está por encima de nosotros, que no vemos, no conocemos pero intuimos como divinidades  superiores,  como algo de tal manera poderoso  que dependemos de ello, que no entendemos  pero que reconocemos en su superioridad y les tributamos de algún modo, representándonoslo con alguna figura a la que se idolatra por considerarle poderoso y se le piden cosas. Por supuesto esto es lo que nos sucede cuando no conocemos la Revelación Divina, pues conociéndola las cosas son diametralmente diferentes.
Veamos  cual es la reflexión  filosófica, en primer término la persona humana en búsqueda de su felicidad se plantea ¿que es?,¿ quien es?,¿ de  donde le adviene lo que es?, y ¿ cual es el sentido de su existencia ,en la que busca la felicidad. Y lo atribuye a lo único que puede,  que es algo de índole desconocida pero superior a si, y que tiene poderes que uno no puede controlar sino padecer. Y a estas , llamémosles divinidades, recurre en su pequeñez, acusando la grandeza la superioridad de su divinidad desconocida, y sometiéndosele le reconoce como poderosa y así es como este reconocimiento es su rudimentaria forma de adoración la cual se va traduciendo en ofrendas, peticiones, sacrificios, e ídolos que la representan.
Lo anterior nos lleva a la conclusión de que adorar en su mas primitiva expresión es reconocer a algo superior a nosotros y de lo que depende nuestra felicidad, y dado que la búsqueda de esta es el fin del hombre,  tenemos a la divinidad correspondiente de acuerdo a nuestro entender, presente cuando necesitamos algo que no podemos conseguir fácilmente, como por ejemplo el que termine un período de sequía, o se recupere la salud de un ser querido o propia. Y humildemente se le invoca y a cambio o como demostración de sumisión se le invoca y se recibe ayuda del especialista, chamán, curandero etc. Y en demostración de dependencia de su poder se le ofrece algo.
Ahora bien para los cristianos que somos gracias a la Revelación Divina conocedores y dueños de la verdad ¿ que es adorar ?,  pues es el presentarnos humildemente ante Dios Todopoderoso como sus criaturas, débiles, dependientes, con nuestras debilidades y defectos, miserias y pequeñeces, su misericordia,  reconociendo en Él su grandeza inconmensurable, su perfectísimo amor por nosotros, al que nunca podremos corresponder como Él se merece;  sus innumerables perfecciones en todas las materias imaginables, de bondad, misericordia, belleza justicia, poder, sabiduría  y las que nuestra imaginación alcance a pensar, reconociendo la inmensa distancia que nos separa de Él, en cuanto criaturas frente a su creador, y sin embargo el que somos queridas por Él desde la eternidad y reconocer que  existe un vínculo de  dependencia, de amor, de agradecimiento. Esto es el acto natural de adoración. La adoración es la más alta forma de oración.

LA CONTEMPLACIÓN,  Jesucristo es el fruto de la contemplación de Dios, meditando aprendemos a meditar, esta es  silenciosa, se puede progresar en ella (hasta grados místicos, los que se dan en casos en que personas que se han sometido a profundas disciplinas ascéticas  y mortificaciones, y en ocasiones han alcanzado el éxtasis), en la que  buscamos purificar nuestra alma, contemplando gracias a la acción del Espíritu Santo el entendimiento de las realidades divinas que nos permiten profundizar en el conocer las verdades reveladas
La Iglesia en su realidad divina y humana, visible y con elementos invisibles, con sus órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Jesucristo se entrega a la acción y a la contemplación,  nos comunica la verdad y la gracia, en las que avizoramos las alegrías de la salvación,  a ello nos ayudan las imágenes santas estimulándonos a que combinadas con la Palabra demos gloria a Dios, y crezcamos en la fe. Materia sublime de contemplación son los misterios de la vida de Nuestro Señor  Jesucristo, nuestra oración setorna contemplativa cuando nos internamos en su vida para mejor conocerle, más amarle y mejor  seguirle. Santa Teresa , considerada maestra en oración entre muchas cosas mas hablando de contemplación nos dice:  “no es otra cosa sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama”

MEDITACIÓN,  es la búsqueda espiritual del como y el porqué de la vida cristiana para adherirnos al Señor. Nos ayudamos con imágenes, libros en especial  los Santos Evangelios, libros y obras literarias  de espiritualidad, de los que gracias a Dios contamos con muchos y muy apropiados, un ejemplo es el titulado HABLAR CON DIOS del Pro. Francisco Fernández de Carvajal que se puede leer todos los días en la página web que se titula como su obra como –“Hablar con Dios”-- y que contiene meditaciones para cada día del año, los Salmos del Antiguo Testamento, son también un gran libro de oraciones para meditar.  Cristo Jesús es el mejor camino de nuestra oración, procurando apropiárnoslo al meditar lo que se lee y comprendiendo su amor hacia nosotros,  por lo que su Palabra, contenida en Los Santos Evangelios es la cumbre de lo que nos induce a la meditación.
La meditación implica al pensamiento, a la imaginación, a la emoción, al deseo de Dios, esto moviliza para profundizar en las convicciones de la fe. La meditación es búsqueda orante que se confronta con la realidad de nuestra vida, no es escapismo, va unida a nuestra vida.
 Hay sentimientos que nos hacen percibir como fracasos en la oración, siendo estos de decepción por no ser escuchados de acuerdo a nuestros criterios humanos, debemos recordar que los criterios divinos se ordenan a nuestra salvación, mientras los nuestros muchas veces lo son hacia el bienestar y a los bienes materiales. Estos sentimientos no deben de desanimar nuestra oración, ni debemos de abandonar nuestros esfuerzos, luchando con humildad, perseverancia y confianza, venciendo los obstáculos que se nos presentan y en la tesitura de que Dios nos quiere salvos y lo que nos concede es porque ayuda a nuestra salvación y, lo que no,  es que no coopera a  ella.

 ORACIÓN, la tradición de la Iglesia nos muestra cuatro expresiones principales: la oración vocal, la meditación,  y la oración de contemplación y la adoración.  El mayor ejemplo de la oración vocal la tenemos en el Padrenuestro, que el propio Jesús nos enseña a través de sus apóstoles. Tienen un lugar privilegiado el Gloria, la  Ave María, el Credo, entre las oraciones vocales.  Hay además  de estas infinidad que la piedad cristiana ha ido formando a través de los siglos, y otras que se dicen en forma personal privada,  además de otras regionales que obedecen a circunstancias especiales,  Un lugar muy especial tienen en la liturgia las oraciones cantadas, mismas que se ejecutan de acuerdo con las diferentes circunstancias con la participación de los fieles, o bien con coros “ad hoc”, de cada oratorio, parroquia, templo, basílica o catedral, así como extraordinarias  composiciones que provienen de la piedad popular y de grandes maestros de la música que han compuesto  obras grandiosas para las Misas, cantos llamados Oratorios, Aves María de gran belleza musical, entre otros destaca el Canto Gregoriano que se trata de un canto llano que se adapta a la letra que se decida entonar, invita a la devoción. La costumbre de tener cantos en la liturgia proviene de antes de Cristo, pues en las sinagogas del Antiguo Testamento se cantaba, y cantaban en sus celebraciones los primeros cristianos, por lo que la oración cantada es antiquísima forma de comunicar a Dios y a la Santísima Virgen nuestras alabanzas.
Nuestra oración particular  NADE DE DIOS, es gracias al  Espíritu Santo  que en primera instancia nos ha inspirado el orar, por tanto nuestra oración siempre es RESPUESTA, aunque parezca iniciativa nuestra .  La oración siempre es grandiosa porque viene de Dios, que obra en nosotros ese privilegio que es el comunicarnos con Él, que es instantáneo e inmediato.  Con toda razón se afirma que orar es hablar con Dios, es poner nuestra alma al desnudo en su presencia, al saber que Él nos conoce perfectamente en nuestra más intima naturaleza, que sabe cuáles son nuestras intenciones, capacidades, fortalezas y debilidades, por lo tanto al hablar con Él debemos humildemente tratar nuestras intenciones,  pidiendo su ayuda para realizarlas, por supuesto tratándose de las intenciones rectas, las que van acordes con su voluntad, las que nos hacen mejores personas, las de servicio a los demás, las que nos santifican.
Hay oraciones mentales, o habladas, personales o comunitarias, de estas últimas el grandioso ejemplo lo es La Santa Misa, en estas hay varias formas litúrgicas. Entre las devociones marianas vocales destacan; el Santo Rosario, el Ángelus Dómine, el Acordaos y la Salve y varias más. La Hora Santa es otra de las devociones que combina la oración vocal con la meditación, en la que hay varias oraciones, particulares unas,  comunitarias otras y se da en ellas  la oportunidad de la adoración,  que es la más alta forma de oración.
Si bien toda oración está dirigida a la Trinidad Santa, se puede llevar a cabo a través de la intercesión, si va dirigida al Padre, con la intercesión de Jesucristo y a éste por la de la Santísima Virgen, además,  no solo buscamos intercesiones de los Santos, sino de los Beatos, de los, o las, que tienen sus causas de santificación introducidas en la Santa Sede, o incluso de personas que hemos conocido personalmente o no, y de las que estamos ciertamente convencidos que se han salvado y que pueden  interceder favorablemente por nosotros, aquí el fervor popular no tiene límites, hay quien pide la intercesión a través de su papá o mamá, hijo, o abuela.  Es muy utilizado  el camino para llegar al Padre  a través de su hijo Nuestro Señor Jesucristo y para llegar a este lo es su Madre y Madre Nuestra , la Santísima Virgen, rezamos a Dios Padre, al Espíritu Santo o a Jesús directamente o igualmente a la Trinidad Santa.
Entre otros aspectos en la oración se dan  formas como la petición, el agradecimiento, la  reparación, la alabanza, la entrega, la simple oralidad ya sea haciéndolo en forma directa o dirigiéndonos a Dios  con alguna intercesión. La oración, ese trato con el Señor Trino y Uno nos induce al amor de Dios, al incrementar su trato incrementamos nuestro amor a Él, y esto alegra a nuestra alma, la vivifica, da a nuestra humildad, base de toda oración en tanto virtud, un valor supremo en el trato con nuestro creador, providente, que nos quiere salvos, en este trato aprendemos a dominar nuestro orgullo falso, la soberbia, y otros defectos que nos son atávicos. La oración debe incluir el deseo de cumplir con la  voluntad divina, de desear ser como Dios quiere que seamos, que realicemos lo que nos corresponde con la mayor perfección,  que nos sea posible y por amor a Él, para honrarle, darle gloria, que si bien no necesita,  si merece y dándosela le rendimos nuestro agradecimiento, le demostramos que lo que nos indica en nuestra conciencia, lo llevamos a cabo hasta donde nos es posible humanamente, así correspondemos a su  misericordia.
En la oración nos encontraremos en ocasiones con dificultades  que la dificultan y que tenemos que tratar de vencer, son en especial : las distracciones, la sequedad, las interferencias de otros aspectos de nuestra vida ajenos a lo que nos está ocupando en esos momentos de oración, la pereza, la desidia, ante ellos debemos de reaccionar y rectificar encaminando nuestra oración debidamente, basándonos en nuestra fe y mostrando nuestra fidelidad al Señor, esforzándonos, pues el rezar no es a lo que fluya suavemente sin esfuerzo, es más válida cuando es fruto de nuestro esfuerzo de concentración, tiempo y dedicación sistemática.

Jorge Casas y Sánchez.